domingo, 7 de mayo de 1989

Domingo Inolvidable

Veníamos de misa, íbamos subiendo por Los Molles cuando veo a esa niña, compañera de Confirmación, aquella muchacha que con apenas 15 años parecía una señora disfrazada de niña,
quien no había ido a catequesis durante varias semanas y extrañaba ver.

Cuando el auto se estacionó en la Rotonda de Los Molles, salí corriendo para intentar alcanzarla y conversar un rato con ella,
pero "más vale perder un minuto en la vida, que la vida en un minuto",
corrí tan rápido y tan alocadamente, que no atendí los riesgos del camino;
corrí los pasillo de los locales, crucé Pedro Prado, evité los escalones del paso nivel
y seguí corriendo por la ladera de la escalera, tapada de arena y piedrecillas,
sobre las cuales, resbalé y casi caigo de bruces sobre el pavimento de la otra calle,
pero en un esfuerzo en un paso de golpe, evité aterrizar en el pavimento pero terminé con el abdomen sobre la cuneta y unos segundos de silencio negro que me hicieron sentir que la vida se perdía.