domingo, 12 de septiembre de 2010

Dormir juntos ¿Para qué?

Cuántas veces me ha pedido que me acueste con ella: han sido muchas.
La cama es grande y el colchón, muy cómodo; pero el amor, no está.
Me acuesto para abrazarla, sentir su piel, jugar con sus ropas, sentir placer. Ella se duerme sin importarle compartir, sabiendo que es el único momento, pues el próximo, ni Dios sabe cuándo será.

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