yo iba recostado en el asiento de atrás, abrigado con una frazada, tratando de recordar porqué estaba allí y en qué momento me había subido al auto pues lo último que recordaba era estar en una fiesta privada, muy elegante, en la que yo estaba para actuar y me acompañaba una amiga.
Recordaba un gran salón, mucha gente de terno y vestidos de noche, todos adultos y muy serios, el anfitrión un tipo cincuentón, alto, de carácter fuerte pero muy elegante y carismático. Me mostraba el desarrollo de la fiesta, viendo cómo la música producía una danza estrodoscópica, donde unos se mueven mientras los otros se mantenían estáticos. Su sonrisa de orgullo me demostraba su habilidad para causar esos efectos y quizás otros. Se dirigía a una de las meseras, vestidas de blusa blanca, pantalón y delantal negros como todos los demás que transitaban por el salón; él le daba instrucciones y le daba un ejemplo efectivo, sirviéndonos un plato de comida a mi amiga y a mí...
Seguía en el auto, tratando de recordar qué había pasado después, cuando al llegar al semáforo de la Avenida Balmaceda para subir hacia Diego Portales, mirando por la ventana, veo que se detiene junto a nosotros una Pathfinder ploma, manejada por "ella", Lalo K, a quien de sólo verla me produce calambres en el cráneo y molestias gástricas. Cobardemente, me cubría con la frazada y me acostaba en el asiento trasero, esperando a que el auto avanzara y nos alejásemos de aquel momento.
Llegábamos a la casa y me bajaba rápidamente, paranoico de que ella nos pudiese haber seguido. Le preguntaba a mis padres si alguno ocuparía el baño, para justificar el motivo de mi apuro, a lo que me contestaban que ninguno. Me bajaba rápidamente, cuando me daba cuenta que sólo estaba vestido en calzoncillos y camiseta blanca. Seguía camino hacia la casa y descubría que las llaves habían quedado puestas en la puerta. Increpaba a mis padres por lo ocurrido...
Y desperté.
No hay comentarios:
Publicar un comentario