martes, 23 de abril de 1991

Primer Compromiso


Martes 23 de abril 1991

Era un día cualquiera, hasta que durante el recreo se me acerca Silvana, la mejor amiga de Claudia para preguntarme qué sentimientos tenía hacía Claudia y qué esperaba para "pololear" con ella,
para lo cual, organizó que nos juntásemos esa tarde que ninguno de nosotros tenía clase, pero ellas tenían que preparar un trabajo en biblioteca; accedí.

Llegué esa tarde a la biblioteca, con mi mejor camisa y chaleco blanco, regalón,
buscando una excusa para estar allí, pues yo no tenía nada que hacer allí más que verla.

El ambiente ya estaba preparado y las amigas esperaban el momento en yo apareciera para ellas desaparecer y dejarnos solos.
Salimos de la biblioteca y del colegio, cruzamos hasta el Paseo Baquedano y tomamos camino durante esa tarde nublada.

Conversamos de cualquier cosa, dentro del nerviosismo por tomar una condición que no teníamos conciencia de qué sería.

Llegamos hasta el Casino de Juegos, y nos paramos sobre el puente y ahí,
ya siendo de noche y entendiendo que ya había pasado mucho rato,
de improviso le pregunté si quería "pololear" conmigo;
ella cambió la expresión de su rostro, se puso muy seria, casi como si estuviera incómoda con la pregunta,
hasta que soltó una sonrisa como diciendo "qué más da" y dijo que sí,
me le acerqué y la besé,
un beso tímido pero cálido, tranquilo con un abrazo siguiente muy sutil con el cual seguimos hasta llegar a su casa.

sábado, 20 de abril de 1991

Y Sin Mayores Explicaciones

Sábado 20 abril de 1991

Fui a la Parroquia, y la vi que iba saliendo con un compañero,
me sentí un tanto incómodo, pues tenía dudas de que ellos tuvieran algo,
pero en mi interior confiaba de que sólo eran amigos,
ya que él se veía muy tranquilo y amistoso conmigo
y ella siempre relajada.

El amigo se despidió y nos dejó solos.

Caminamos varias cuadras.
Había tensión, algo tenía que ser conversado.

La sentía más distante que nunca,
con una mirada diferente, un tanto seria.

Llegamos a la esquina de Riquelme con 18 de Septiembre
y me pidió que la acompañara sólo hasta allí.
Me dijo que no quería que siguiéramos,
la relación la complicaba con sus estudios
y temía que también lo hiciera con los míos.

Había terminado conmigo.

Insistió en que la dejara partir sola,
y yo retomé camino de retirada, bajando por Riquelme,
volviendo la cabeza para mirarla alejarse por 18 de Septiembre, a paso acelerado;
¿Qué la habría molestado?
¿Qué hice o no hice?

martes, 9 de abril de 1991

Con Sus Ojos Me Hipnotizaba

Martes 9 de Abril de 1991

Desde el domingo que no la había visto,
ni siquiera la había llamado,
pero recordaba a cada minuto, cada uno de sus besos,
sus miradas, sus gestos, sus maneras,
aunque la siento una mujer lejana,
mantengo la esperanza de que de alguna manera podemos estar juntos.

Miraba por la ventana de mi sala de clases, hacia la calle y la playa
cuando veo pasar por la vereda del frente: ella,
junto a algunas compañeras de su liceo,
caminando frente a mi colegio,
ellas habían salido de clases, mientras nosotros, no.
La ansiedad me agitó como el gas en una Coca-Cola,
no me di cuenta, pero agité a mis compañeros
y entre varios hicimos presión para que la profesora terminara la clase
unos minutos antes.

Salí de la sala como un perro después de soltar su correa,
bajé corriendo las escaleras y salí de colegio, cual delincuente es perseguido,
crucé la calle y corrí en dirección, asumiendo la ruta que pudo seguir;
iba llegando al semáforo de Balmaceda con Ramírez cuando la divisé
y la pude alcanzar.

Ella sintió el movimiento detrás suyo
ella y sus amigas se voltearon a ver,
una brisa de vergüenza me frenó, pero yo ya estaba ahí,
ella se sonrió levemente y me acerqué a saludarla.

Quise tomar su mano, abrazarla, besarla, apretarla,
pero sus compañeras me cohibían.
Caminamos unas cuadras más hasta que las amigas desaparecieron
y nosotros seguimos camino hasta su casa.

Caminamos, conversamos y llegamos a su casa.
Me invitó a entrar, a su madre me presentó. un vaso de jugo me ofrecieron
y una fruta, también.

La ansiedad seguía hirviendo, sólo quería estar muy cerca a ella.

Los minutos, sentados en ese sillón fueron sublimes,
sólo mirándola, tomando su mano, sintiendo la presión de estar en su casa,
a la vista de su familia, retrasando mi llegada a casa de mis abuelos para almorzar.

Ella me pidió que la ayudara con unas materias de inglés que no entendía
y nos citamos para más tarde,
que la fuese a buscar al Liceo. Y me fui.

Llegué a almorzar donde mis abuelos, almorcé y me cambié de ropa.
Estaba de visita uno de los sobrinos de mi abuelo: Sayí,
quien me pidió que lo acompañara a la Zofri,
fuimos y allí le comenté que tenía que ir a buscar a una "amiga" al colegio,
él se emocionó con la noticia y ansioso, también me ofreció dinero para que la atendiera,
comprándole flores, chocolates o la invitara.

Tomé un colectivo y llegué a buscarla.
Yo no era el único que llegaba en la misma misión,
muchos muchachos de distintas edades, estábamos parados en la vereda del frente,
esperando a que sonara la campana y salieran las niñas.

La campana sonó y la gente empezó a salir,
salían muchachos y muchachas de diferentes edades y tamaños,
todos uniformados de azul y corbatas ralladas,
pero ella no salía.

Empecé a pensar de que me había equivocado y que no debía haber ido,
quizás ella tenía otro compromiso programado y yo iba a interrumpir,
quizás está pololeando y yo no sé y la voy a complicar.

Quedábamos unos cuantos, cuando ella apareció
con su sonrisa, sus ojos coquetos y un ritmo relajado.

Me acerqué, ansioso para que me viera y supiera que yo estaba allí por ella.
Me sonrió y me dio un pequeño beso.

Tomamos camino hacia su casa: nos abrazamos y caminamos así.

Llegamos a su casa, me dejó en el sillón del living,
esperando y leyendo su cuaderno de inglés
mientras ella se cambiaba de ropa.

Los minutos los sentí eternos, incluso se oscureció.

Ella llegó y se sentó a mi lado.
El aire era espeso, sólo la respiraba a ella,
sólo quería besarla y abrazarla.
Nos tomamos de la mano y un beso me regaló.

En un momento, de la nada,
le pregunté si quería pololear conmigo;
ella cambió su expresión y me dijo que no le gustaban los compromisos,
pero con su mirada dejaba un espacio a la duda.

Se tomó su tiempo, me miraba nerviosa, se sonreía
hasta que me respondió y me dijo que Sí.

Mi mundo se transformó, en ese instante;
la abracé y la besé, sutilmente, respetando el lugar.

El cuaderno de inglés, lo retomamos para revisar las palabras más difíciles,
y en virtud de la hora, me acompañó a la puerta,
nos besamos y abrazamos un ratito,
hasta que tuve que partir.

Caminando hasta tomar un colectivo,
iba hipnotizado con ella, sólo pensaba en ella,
nada más me importaba
¿estaba enamorado?


domingo, 7 de abril de 1991

"Necesito Conversar Contigo"

Llegué a la Iglesia Santa Teresita, algo atrasado, pues la misa ya había comenzado,
me acerco con mi guitarra en la mano al banco donde tocábamos
y en segunda fila estaba Erika, sentada junto a un grupo de niños,
me dio gusto verla, le sonreí y ella me tomó la mano y rápidamente me dice que necesita conversar conmigo,
lo que me mantuvo ansioso durante toda la misa.

Terminó la ceremonia, salimos hacia la sacristía donde nos juntábamos todos después de la misa,
varios se dirigieron a uno de los salones donde estaba Nelson, el guitarrista que toca en las misas de los sábados, quien además tiene en un estilo country muy particular y que admiro.

Erika iba conmigo y nos dirigimos a otro salón que estaba desocupado,
el pasillo estaba oscuro y ella iba detrás mío, ansioso con el momento,
le reproché que no me había saludado y me acerco a ella para besarla en la mejilla,
pero a causa de la oscuridad, no besé su mejilla sino sus labios,
beso que ella recibió y claramente aceptó, respondiendo con otro beso más dedicado:
Un Beso Maravilloso.

Volvimos de la mano al salón donde estaban los demás junto a Nelson,
quien ahora, no me interesaba escuchar ni a ninguno de los que estaban allí,
yo sólo quería estar con ella para abrazarla y besarla libremente.

Salimos de la iglesia y nos fuimos caminando rumbo a su casa.
Subimos por O'Higgins hasta Baquedano, donde la besé nuevamente.
Seguimos caminando hasta el Paseo Balmaceda, respirando el aire nocturno del mar,
y siguiendo ese ritmo nos abrazamos y besamos varias veces.

Frente al Liceo Politécnico fue el beso más maravilloso que he recibido en mi vida. ¡Wow!

Seguimos caminando hasta llegar a su casa y un último beso cerró la magia
y de vuelta a la casa de mis abuelos, un tanto tarde, pero confiado en que me entenderán.