Martes 9 de Abril de 1991
Desde el domingo que no la había visto,
ni siquiera la había llamado,
pero recordaba a cada minuto, cada uno de sus besos,
sus miradas, sus gestos, sus maneras,
aunque la siento una mujer lejana,
mantengo la esperanza de que de alguna manera podemos estar juntos.
Miraba por la ventana de mi sala de clases, hacia la calle y la playa
cuando veo pasar por la vereda del frente: ella,
junto a algunas compañeras de su liceo,
caminando frente a mi colegio,
ellas habían salido de clases, mientras nosotros, no.
La ansiedad me agitó como el gas en una Coca-Cola,
no me di cuenta, pero agité a mis compañeros
y entre varios hicimos presión para que la profesora terminara la clase
unos minutos antes.
Salí de la sala como un perro después de soltar su correa,
bajé corriendo las escaleras y salí de colegio, cual delincuente es perseguido,
crucé la calle y corrí en dirección, asumiendo la ruta que pudo seguir;
iba llegando al semáforo de Balmaceda con Ramírez cuando la divisé
y la pude alcanzar.
Ella sintió el movimiento detrás suyo
ella y sus amigas se voltearon a ver,
una brisa de vergüenza me frenó, pero yo ya estaba ahí,
ella se sonrió levemente y me acerqué a saludarla.
Quise tomar su mano, abrazarla, besarla, apretarla,
pero sus compañeras me cohibían.
Caminamos unas cuadras más hasta que las amigas desaparecieron
y nosotros seguimos camino hasta su casa.
Caminamos, conversamos y llegamos a su casa.
Me invitó a entrar, a su madre me presentó. un vaso de jugo me ofrecieron
y una fruta, también.
La ansiedad seguía hirviendo, sólo quería estar muy cerca a ella.
Los minutos, sentados en ese sillón fueron sublimes,
sólo mirándola, tomando su mano, sintiendo la presión de estar en su casa,
a la vista de su familia, retrasando mi llegada a casa de mis abuelos para almorzar.
Ella me pidió que la ayudara con unas materias de inglés que no entendía
y nos citamos para más tarde,
que la fuese a buscar al Liceo. Y me fui.
Llegué a almorzar donde mis abuelos, almorcé y me cambié de ropa.
Estaba de visita uno de los sobrinos de mi abuelo: Sayí,
quien me pidió que lo acompañara a la Zofri,
fuimos y allí le comenté que tenía que ir a buscar a una "amiga" al colegio,
él se emocionó con la noticia y ansioso, también me ofreció dinero para que la atendiera,
comprándole flores, chocolates o la invitara.
Tomé un colectivo y llegué a buscarla.
Yo no era el único que llegaba en la misma misión,
muchos muchachos de distintas edades, estábamos parados en la vereda del frente,
esperando a que sonara la campana y salieran las niñas.
La campana sonó y la gente empezó a salir,
salían muchachos y muchachas de diferentes edades y tamaños,
todos uniformados de azul y corbatas ralladas,
pero ella no salía.
Empecé a pensar de que me había equivocado y que no debía haber ido,
quizás ella tenía otro compromiso programado y yo iba a interrumpir,
quizás está pololeando y yo no sé y la voy a complicar.
Quedábamos unos cuantos, cuando ella apareció
con su sonrisa, sus ojos coquetos y un ritmo relajado.
Me acerqué, ansioso para que me viera y supiera que yo estaba allí por ella.
Me sonrió y me dio un pequeño beso.
Tomamos camino hacia su casa: nos abrazamos y caminamos así.
Llegamos a su casa, me dejó en el sillón del living,
esperando y leyendo su cuaderno de inglés
mientras ella se cambiaba de ropa.
Los minutos los sentí eternos, incluso se oscureció.
Ella llegó y se sentó a mi lado.
El aire era espeso, sólo la respiraba a ella,
sólo quería besarla y abrazarla.
Nos tomamos de la mano y un beso me regaló.
En un momento, de la nada,
le pregunté si quería pololear conmigo;
ella cambió su expresión y me dijo que no le gustaban los compromisos,
pero con su mirada dejaba un espacio a la duda.
Se tomó su tiempo, me miraba nerviosa, se sonreía
hasta que me respondió y me dijo que Sí.
Mi mundo se transformó, en ese instante;
la abracé y la besé, sutilmente, respetando el lugar.
El cuaderno de inglés, lo retomamos para revisar las palabras más difíciles,
y en virtud de la hora, me acompañó a la puerta,
nos besamos y abrazamos un ratito,
hasta que tuve que partir.
Caminando hasta tomar un colectivo,
iba hipnotizado con ella, sólo pensaba en ella,
nada más me importaba
¿estaba enamorado?