
Martes 23 de abril 1991
Era un día cualquiera, hasta que durante el recreo se me acerca Silvana, la mejor amiga de Claudia para preguntarme qué sentimientos tenía hacía Claudia y qué esperaba para "pololear" con ella,
para lo cual, organizó que nos juntásemos esa tarde que ninguno de nosotros tenía clase, pero ellas tenían que preparar un trabajo en biblioteca; accedí.
Llegué esa tarde a la biblioteca, con mi mejor camisa y chaleco blanco, regalón,
buscando una excusa para estar allí, pues yo no tenía nada que hacer allí más que verla.
El ambiente ya estaba preparado y las amigas esperaban el momento en yo apareciera para ellas desaparecer y dejarnos solos.
Salimos de la biblioteca y del colegio, cruzamos hasta el Paseo Baquedano y tomamos camino durante esa tarde nublada.
Conversamos de cualquier cosa, dentro del nerviosismo por tomar una condición que no teníamos conciencia de qué sería.
Llegamos hasta el Casino de Juegos, y nos paramos sobre el puente y ahí,
ya siendo de noche y entendiendo que ya había pasado mucho rato,
de improviso le pregunté si quería "pololear" conmigo;
ella cambió la expresión de su rostro, se puso muy seria, casi como si estuviera incómoda con la pregunta,
hasta que soltó una sonrisa como diciendo "qué más da" y dijo que sí,
me le acerqué y la besé,
un beso tímido pero cálido, tranquilo con un abrazo siguiente muy sutil con el cual seguimos hasta llegar a su casa.
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