es lo primero que necesito como hombre,
una mujer a la que pueda abrazar, besar, tocar, acariciar
y sentir que es parte de mí,
como mi propio cuerpo.
El resto es secundario,
y de hecho, así ha sido,
el aseo y el orden de la casa,
la comida, la atención de los niños,
las cuentas, el presupuesto, las vacaciones,
los fines de semana...
Las rutinas diarias,
almorzar, sólo el fin de semana,
pues la semana es afuera, en el trabajo;
compartir una taza y un pan, al llegar la noche,
cuando se puede o se da la ocasión.
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